Cuéntale a las abejas

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Cuadro titulado Der Bienenfreund, 1863. Pintura de Hans Thoma que retrata el acto de contarle a las abejas. En la imagen, vemos en primer plano un hombre de camisa blanca y pantalones negros, sendado delante de un antiguo colmenar

Der Bienenfreund, 1863, Hans Thoma (1839–1924) Pintor alemán que retrató imágenes cotidianas durante el siglo XVIII, como esta tradición de contarle a las abejas. Actualmente en la Galería Nacional de Arte de Karlsruhe, Alemania.

Ref.  Wikimedia Commons

Hay algunas costumbres en torno a la apicultura que no deberían ser olvidadas, que no deberían ceder al paso del tiempo por mucha tecnología avanzada que nos encontremos.

Para nosotros es una tradición que vivimos desde pequeños, cuando veíamos a nuestro abuelo frente a sus colmenas y las hablaba, como si de amigos o familiares se trataran, le vimos reír y llorar en ocasiones. Ahora somos nosotros los que nos sentamos junto a ellas y les contamos nuestras noticias, como si de una terapia natural se tratase, las ponemos al corriente de lo que sucede en nuestras vidas.

Pero sabemos muy bien que esta tradición, tan bonita, viene de tiempos pasados, de cuando la conexión entre el apicultor y las abejas estaba más arraigada, cuando el simbolismo de estos animales estaba más presente, y la naturaleza y el mundo espiritual formaban parte de la cotidianidad.1

Cuadro titulado Een weduwe en haar zoon vertellen de bijen over een sterfgeval in de familie, 1897. Del pintor Charles Napier Hemy. Vemos a una madre y su hijo paseando junto a los colmenares de la familia contándoles una tragedia. El niño lleva un trajecito de marinero y la mujer va vestida de negro con un pañuelo blanco en la cabeza.

Een weduwe en haar zoon vertellen de bijen over een sterfgeval in de familie. 1897, Charles Napier Hemy (1841–1917), aunque conocido por sus representaciones de escenas navales, aquí ensalza la cotidianidad con una viuda junto a su hijo contándole a las abejas la nueva pérdida en la familia. Actualmente en el Tate Gallery, Londres, Reino Unido. 

Ref. Wikimedia Commons

Cuéntale a las abejas, o tell it to the bees en inglés, la simple frase lo dice, es un momento en el que la persona se acercaba al panal para hablar de los hechos acaecidos en su familia: tendremos pronto un nuevo niño, la tía se ha ido con el Señor, mi marido emprenderá un viaje muy importante, llegará una visita pronto…

Era esa superstición de que serían las abejas las que harían que todo fluyera, que no hubiese problemas, era la esperanza de ser escuchadas sus plegarias y a la vez tratarlas como una parte de la familia, informándoles de lo que pasaba.

Sus orígenes son inciertos. Aunque algunas referencias hacen alusión a un posible origen celta,2 otras nos hablan de un posible origen en las estepas de Asia central,3 no es posible establecer este vínculo con certeza. Sí podemos ver que el hábito de hablarles se volvió más común durante los siglos XVIII y XIX, no sólo en gran parte del continente europeo, también llegó al continente americano.4

Grabado titulado Telling the Bees, de 1882. Por Albert Fitch Bellows. Se ve una joven cubriendo las colmenas tradicionales de paja con una tela negra en señal de luto.

Telling the Bees, 1882. Albert Fitch Bellows (1829–1883), este pintor americano realizó este grabado mostrando a la joven cubriendo las colmenas con un jirón negro. Actualmente perteneciente a la colección de los museos de Pioneer Valley, Massachusetts, Estados Unidos.

Ref. https://museums.fivecolleges.edu/detail.php?museum=&t=objects&type=all&f=&s=Bellows&record=128

Aunque es una tradición que variará dependiendo de la explicación de los autores y el momento, a grandes rasgos vemos que se caracterizaba por llamar colmena por colmena con pequeños golpes, normalmente tres,5 contarles a las abejas la noticia, y su correspondiente celebración, si era por un duelo, las abejas tenían que pasar el duelo también, si era por una boda, disfrutarían del festín como los demás familiares.

De no ser partícipes de los actos familiares, podrían traer infortunios a las abejas. Este fue el caso, por ejemplo, de un apicultor del estado de Maine que a mediados del siglo XVIII pasó por un luto familiar pero no contó con las abejas, y empezó a tener problemas en sus colmenas.6

La mayoría de información que nos llega, es a través de mensajes tras el fallecimiento del dueño de las colmenas o un familiar. Apicultores de la época dejaban constancia de estos rituales, como Charles Fitzgerald Gambier Jenyns, que en su libro A Book about Bees, de 1886, especifica que las noticias se tienen que dar a medianoche.

Grabado victoriano titulado Telling the Bees, de 1867, por Edward Killingworth Johnson. Encontramos una mujer de luto llorando frente a una colmena tradicional de paja.

Telling the Bees, 1867. Edward Killingworth Johnson (1825–1923), detalle del grabado victoriano donde una mujer cuenta a las abejas la pérdida de un ser querido. Publicado en “The illustrated London News”, 24 August 1867.

Ref. https://www.britishnewspaperarchive.co.uk/

Autores actuales hablan al respecto, como Tammy Horn, apicultora y autora de Bees in America: How the Honey Bee shape a Nation, 2005. algunas de las costumbres que relata son el "ricking”, que consistía en que el hijo mayor de la familia tenía que cambiar las colmenas de sitio, dependiendo del momento, se movían hacia la derecha o mirando a la casa familiar.  Al respecto tenemos una instancia registrada por T. Sharper Knowlson donde relata que:

“Una mujer de Bedfordshire me estaba contando el otro día”, dice un escritor en un diario del norte, “cómo su hijo había sido picado por todas partes por abejas. 'Y no es de extrañar', dijo, 'él nunca les dijo que las iba a poner en un nuevo hogar, y todo el mundo sabe que antes de que vayas a poner abejas en un nuevo hogar, debes tocar tres veces en la parte superior de la colmena'. Dígales, lo mismo que debe decirles cuando alguien muera en la casa. Si no lo haces, serán rencorosas, porque las abejas son criaturas comprensivas y saben lo que les dices".7

Y esta autora también habla de cómo en New Hampshire, durante la época Victoriana, la noticia de una muerte no solo se cantaría a las abejas sino que también se rimaría. El autor Samuel Adams Drake en su obra de 1901 nos habla de que la viuda canta tristes canciones delante de las colmenas para anunciarles la noticia.

Melodias tristes como la registrada en Nottinghamshire que dice:8

The master's dead, but don't you go; Your mistress will be a good mistress to you.

“El maestro está muerto, pero no os vayáis; Vuestra señora será una buena señora para vosotras".

Así pues, los poemas y canciones de la época nos acercan a esta tradición, como el del autor estadounidense John Greenleaf Whittier9 , que en 1858 publicó Telling the bees10 .

Before them, under the garden wall,

Forward and back,

Went drearily singing the chore-girl small,

Draping each hive with a shred of black.

Trembling, I listened: the summer sun

Had the chill of snow;

For I knew she was telling the bees of one

Gone on the journey we all must go!

And the song she was singing ever since

In my ear sounds on:—

“Stay at home, pretty bees, fly not hence!

Mistress Mary is dead and gone!”

Delante de ellos, bajo el muro del jardín,

adelante y atrás,

cantaba

tristemente la pequeña niña del hogar, cubriendo cada colmena con jirones negros.

Temblando, escuché: el sol de verano

tenía el frío de la nieve;

¡Porque yo sabía que ella les estaba contando a las abejas del que se ha ido en el viaje que todos debemos hacer!

Y la canción que cantaba desde entonces en mi oído suena:

“¡Quédense en casa, lindas abejas, no vuelen de aquí!

¡La señora Mary está muerta y se ha ido!

Grabado de Samuel Adams Drake, de 1901. Vemos a un joven atando un trozo de tela negra en una de las colmenas tradicionales de paja que tiene enfrente.

Otra de las formas de pasar el luto de las abejas era atando pedazos de crespón en las colmenas, como se puede ver en este grabado. Samuel Adams Drake, 1901. New England Legends and Folk-Lore, ed.Little, Brown and Co, Boston, Estados Unidos.  “Se fué cantando tristemente la pequeña moza de faena”.

Ref. https://beegood.co.uk/blogs/news/29744001-the-tradition-of-telling-the-bees

La unión de las abejas con su cuidador era tal que, en algunas ocasiones, incluso después de haber hecho el tradicional ritual cuando éste moría, ellas tenían que hacer un “especial homenaje”. Un ejemplo es este que sucedió en la década de los 60’ en Myddle (Inglaterra), donde en el funeral del señor Sam Rogers uno de sus enjambres se posó alrededor de su lápida, dejando confusos incluso a los apicultores presentes, pues las abejas recorrieron una gran distancia para ello. (Esta información la podemos encontrar en un artículo del Shrewsbury Chronicle, del 3 March 1961).

La superstición es tal que se llega a creer que si las abejas no comparten el luto con la familia, acabarán muriendo o alejándose de la colmena11 . Así nos lo relata Margaret Warner Morley, en su libro The Honey-Makers, 1899. Habla de un caso en Norfolk donde un hombre compró una colmena de abejas, que no habían pasado el luto de su anterior dueño, y ellas enfermaron. Este nuevo dueño cubrió el colmenar con un velo negro para que pasaran el luto y recuperasen su salud. A todo esto hay que añadir que lo correcto era que en esta tradición de contarle a las abejas, habría que engalanar las colmenas12 y dejarles algunos alimentos: "se llevaba a las abejas azúcar o galletas empapadas en vino, o muestras de los platos que se servían a los dolientes"13 .

Pero también celebraban momentos especiales como bodas, donde los novios decoraban las colmenas con flores y dejaban dulces y pasteles para que las abejas disfrutaran de la fiesta. Ellos mismos debían presentarse delante del colmenar para tener un matrimonio próspero. Pamela McArthut Cole nos habla de cómo “los pequeños trabajadores debían ser informados del evento y recibir un poco de pastel de bodas”14 .

Así pues, esta encantadora tradición que, aunque evolucionando a lo largo del tiempo y adaptándose a los diferentes contextos, permanece para mostrarnos las reminiscencias de esa unión tan especial entre las abejas y su cuidador, siempre respetadas y que no pueden quedar en el olvido.

Grabado titulado Telling the Bees, de 1879 por JP Davis. Una joven vestida de negro se encuentra llorando frente a tres colmenas tradicionales de paja colocadas encima de un soporte de madera

Telling the Bees, 1879. JP Davis, este grabado, donde una joven desconsolada le cuenta a las abejas la triste noticia, se encuentra en Scribner's Magazine, mayo de 1879, ilustración de 'The Pastoral Bees', página 14.

Ref. https://www.maryevans.com/history/telling-the-bees-10024938

Lee otros posts
1. T. Sharper Knowlson, 1998. The Origins of Popular Superstitions, ed. Senate, Wallingford, Reino Unido. Or E. & M. A Radford,1979. Superstitions of Death and the Supernatural. ed. Arrow Books, Londres, Reino Unido.
2. https://daily.jstor.org/telling-the-bees/
3. W. Kite, 1889. Telling the Bees, The Magazine of American History with Notes and Queries, vol. 21, ed. A. S. Barnes & Company, Wisconsin, Estados Unidos, pág.523.
4. Samuel Adams Drake, 1901. New England Legends and Folk-Lore, ed.Little, Brown and Co, Boston, Estados Unidos.
5. T. Sharper Knowlson, 1998. The Origins of Popular Superstitions, ed. Senate, Wallingford, Reino Unido, pág. 207.
6. A. N. Lewis, 1889. Telling the Bees, The Magazine of American History with Notes and Queries, vol. 21, ed. A. S. Barnes & Company, Wisconsin, Estados Unidos, pág.522.
7. T. Sharper Knowlson, 1998. The Origins of Popular Superstitions, ed. Senate, Wallingford, Reino Unido, pág. 207.
8. W. Kite, 1889. Telling the Bees, The Magazine of American History with Notes and Queries, vol. 21, ed. A. S. Barnes & Company, Wisconsin, Estados Unidos, pág.523.
9. John Greenleaf Whittier, 1975. The Letters of John Greenleaf Whittier. ed. Harvard University Press, Massachusetts, Estados Unidos.
10. https://www.poetryfoundation.org/poems/45491/telling-the-bees
11. A. N. Lewis, 1889. Telling the Bees, The Magazine of American History with Notes and Queries, vol. 21, ed. A. S. Barnes & Company, Wisconsin, Estados Unidos, pág.522.
12. A. N. Lewis, 1889. Telling the Bees, The Magazine of American History with Notes and Queries, vol. 21, ed. A. S. Barnes & Company, Wisconsin, Estados Unidos, pág.522.
13. Steve Roud, 2006. The Penguin Guide to the Superstitions of Britain and Ireland, ed. Penguin Books Limited, Londres, Reino Unido, pág. 128.
14. Pamela McArthur Cole, 1893. The Journal of American Folklore, vol. 6, núm. 21 (abril - junio de 1893), Estados Unidos, pág. 103.